En una goma de auto con un poquito de agua, nació una mosca. Era igual a sus 7 millones de hermanas. Pero creció, creció y siguió creciendo, hasta que casi no se pudo mover. Se convirtió, así, en la hipermosca.
Dicen muchas cosas de la hipermosca: que es inmortal, que te anuncia la muerte, que si te la cruzas son 8 años de mala suerte. La vieron por once, por villa ortuzar y hasta en el riachuelo, comiendo hierro. Pero no saben de que hablan...
Yo una vez vi a la hipermosca, y desde entonces la busco…
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Habia una vez un pequeño niño llamado Javier. Él vivía en el campo "Trilnick" y era moderadamente feliz. Su vida corría sin grandes novedades: ordeñanba a la vaca cactus, jugaba con el perro cactus y le daba de comer a la oruga cactus, canela en rama, para que se tiñera de marron.
Pese a su normalidad aparente, la vida en el campo Trilnick sorprendió una vez a Javier.
Fue así una mañana calurosa de marzo. Javier se había levantado para saludar a sus animales, pero vio que la puerta del granero estaba abierta. Caminó, extrañado, y entró. La vaca cactus estaba en su lugar, el perro cactus dormía en una pila de Eno y la oruga cactus se habia hecho un capullo y colgaba de la lámpara.
Pero Javier sentía que allí había algo raro. Avanzó dentro del granero. Detrás suyo sintió un zumbido. Se dió vuelta con rapidez y sintió el zumbido, nuevamente, en su oido. Su pelo se movió por la velocidad de aquella alimaña zumbadora que se atrevía a perturbar la calma.
Javier decidió quedarse quieto y esperar que "eso" fuera como los Tiranosaurios rex, que no ven nada que no se mueva.
Así, esperó. Así,la vió.
Por un mínimo instante, Javier vio a la Hipermosca.
Sintió como un polvo dorado caía desde el techo del granero. Javier quedó feliz y adormecido. Cayó al piso, insconciente.
Cuando despertó, la sensación de extrañeza habia desaparecido, los animales seguían en su lugar. Nada pasaba en el campo Trilnick.
Pero Javier nunca sería el mismo, porque vio a la hipermosca y, asi, me lo contó.
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